Se terminan las vacaciones, viene el bajón de la vuelta al trabajo, a la rutina y a lo mismo. Empezamos a recibir miles y miles de newletters de servicios y productos de todos los tipos. En que momento me apunté a todo eso? Siempre me pregunto.
El aburrimiento se sienta cómodamente a nuestro lado del sofá. Del otro está el/la agente interno que nos recuerda con una risita siniestra quienes somos porque al final, mañana-lunes, toca volver a currar.
Te pasa a ti?
Si pones en Google “depresión post vacacional” sin pretensiones te salen más de 3 mil millones de estudios y noticias de todo tipo. Me ha llamado especial atención la siguiente definición:
“La “depresión post-vacacional” es el síndrome experimentado por algunas personas tras la vuelta de vacaciones. Comenzar de nuevo la rutina, el trabajo, el cuidado de los niños, el colegio, los estudios, etc. puede llegar a producir irritabilidad, desánimo, tristeza, apatía o problemas para dormir.” de la web psicoadapta.es.
Por qué volver a la vida cotidiana nos causa irritabilidad y desánimo?
Mejor dicho, qué podríamos hacer para que volver de las vacaciones no sea un fastidio?
Qué les pasa a las personas que no sufren de depresión post vacacional? Porque las hay.
Qué emociones misteriosas experimenta esta gente?
Porque lo que también sucede es que, al aburrirnos de la vida que llevamos, se nos entre la culpa por todos los poros, por no estar agradecides con lo que tenemos.
Tranqui, no empezaré aquí con frases motivacionales que te inviten a ser feliz con lo que hay, o a dejar el curro hoy porque tú sí que puedes ir a por lo que quieres.
Tampoco te voy a decir que encuentres tu propósito, estoy un poco harta de todo esto sinceramente. La verdad es que no estoy de acuerdo con el refrán “al mal tiempo, buena cara”. No.
Creo que debemos parar de romancear el malestar.
Es un hecho, gente linda, muchas personas se sienten mal por volver a la rutina.
Qué propongo?
1- Que seas empático y empática con las personas alrededor, a lo mejor, a ellas también les pasa.
2- Que aceptes que no te sientes bien (si es tu caso) y planifiques una actividad que te de placer (a ti) aún esta semana. Ya, ya sé que acabas de volver de vacaciones… cuál es el problema?
3- Que te sinceres contigo misme y separes de forma clara qué te gusta y lo que no te gusta en tu vida cotidiana.
4- Que observes cuales quejas son una repetición de septiembre del año pasado (o de los últimos x años…)
5- Qué planifiques mínimamente los próximos meses de tu vida de forma objetiva de manera que en el centro estés tú, y que a lo mejor algunas de estas situaciones poco a poco salgan de escena.
Pero si todo eso te parece demasiado, disminuye la escala, ve a lo pequeño: separa 1h (una hora), 30 minutos que sea, de tus días para dedicarte-a-ti.
(Y si el baño es tú único refugio para hacerlo empieza por ahí, nadie se va a enterar).
Separa un momento para ti y pa-ra.
Escucha-te.
Haz de eso tu hábito secreto.
Con el tiempo encontrarás otros refugios, otras salidas para que tu rutina sea más ligera.
Si te sientes mal, algo hay que hacer.
Volver a la rutina no se trata solamente de volver a la normalidad.
Cada vez más nos damos cuenta que muchas cosas están cambiando, y hay en el aire una sensación que es posible vivir de otra manera. ¿Lo notas?
Amor y Luz,
Mariana Amaral
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